Las vanguardias o ismos son tendencias
artísticas que se desarrollan en Europa durante las tres primeras décadas del
siglo XX.
Desde el punto de vista socio-cultural, las
vanguardias nacen como reacción contra la sociedad burguesa, cuyas aspiraciones
habían conducido a la guerra en Europa (1914-1918). Por eso postulan la
rebeldía, la ruptura total, la destrucción de la estética anterior. Se busca
la renovación, se exploran nuevas formas expresivas. De ahí su tono agresivo e
iconoclasta.
Frente a lo que pudiera parecer, no deben
considerarse hechos independientes y desvinculados entre sí. A pesar de que se
suceden rápidamente en el tiempo y de que muchas de ellas no dejan apenas
huella, las diferentes vanguardias constituyen manifestaciones varias de un
único movimiento plural que se define por el rechazo de las corrientes
artísticas y literarias precedentes.
Las vanguardias se producen tanto en la
literatura como en la música, la pintura, la arquitectura o el cine, y tienen
la pretensión de integrar los distintos medios de expresión artística,
fusionando las artes.
La forma común en que se dan a conocer es el
manifiesto.
- EXPRESIONISMO.
El expresionismo es un estilo pictórico
desarrollado en Alemania entre 1905 y 1925, cuya intención no es reproducir la realidad de una forma fiel y
detallada, sino reflejarla de manera que revele el sentimiento interior del
artista, su estado emocional y su visión del entorno.
El
expresionismo como movimiento literario surge en Alemania hacia 1910,
cuando, dentro de la atmósfera que preludiaba la Primera Guerra Mundial,
la generación de escritores nacidos entre 1885 y 1890 articuló una
protesta radical valiéndose de técnicas y formas no utilizadas hasta
entonces. El expresionismo literario tomó su nombre del movimiento
pictórico por la coincidencia en la manera inmediata de expresar los
sentimientos y la frecuente ruptura de lo establecido, por ejemplo, en la
sintaxis.
Como
reacción frente al realismo, al naturalismo y al impresionismo, los
escritores expresionistas buscaron las técnicas que les permitieran
imponer su sensibilidad a la representación del mundo exterior, sin tener
por ello que reflejarlo objetivamente. Los temas característicos fueron
la crítica generacional a la burguesía decadente, al materialismo, a la
aglomeración de masas insensibles en la metrópolis, a la mecanización y
a la guerra. La literatura expresionista encontró su mejor medio en la
poesía y el drama, sin desdeñar la narración corta.
- CUBISMO.
El
cubismo literario arranca en Francia hacia 1913, aunque antes lo había
hecho en pintura de la mano de artistas como Picasso y Braque. Su precursor y máximo representante fue Guillaume
Apollinaire.
El
cubismo del grupo de Apollinaire y de la revista francesa Nord-Sud busca
la renovación de las formas tradicionales de expresión, en un esfuerzo
por conseguir una nueva sintaxis y por descubrir las cualidades propias de
las palabras y de las imágenes, tanto en sí mismas como en sus
afinidades con las demás. Los escritores cubistas, como los pintores,
intentan liberarse de la triste realidad afirmando por medio de la
palabra, o de la línea y el color, otro mundo puro y bello. La creación
artística se concibe como un nuevo objeto impersonal, sin utilidad para
la vida corriente.
La estética cubista elimina el componente sentimental
y la temporalidad. Pretende descomponer la realidad para proceder a
composiciones libres de conceptos, imágenes y frases. El efecto
lírico debe ser producido directamente por
las imágenes, que no se emplean para hacer sentir la realidad de
un
objeto, sino que constituyen ellas mismas el objeto. El poeta, en
su contemplación ingenua y maravillada de la realidad, exaltará las
cosas y
los objetos más sencillos, apoyándose para su representación en
los
recursos tipográficos. Se rompe la disposición tradicional del
verso
eliminando puntuación y rimas, y se prefieren las imágenes
visuales: el collage
y, sobre todo, el caligrama,
síntesis de elementos literarios y pictóricos para evocar visualmente el
objeto que se describe a través de las palabras.
- FUTURISMO.
El
movimiento futurista se inicia en 1909 con la publicación del «Manifiesto
futurista» del italiano Filippo Tommaso Marinetti, el 20 de febrero, en
el diario parisino Le Figaro. Frente al postromanticismo de finales
del siglo XIX, contra el que reacciona, la estética futurista desprecia
la admiración del pasado y rinde culto a la civilización moderna,
fundada en el avance científico y el mecanicismo. Desprecia lo viejo y
exalta la modernidad y sus emblemas: la máquina, como símbolo del avance
imparable de la técnica; la ciudad, espacio privilegiado de esta nueva
sensibilidad urbana; la velocidad y el dinamismo, como algunos de los
valores fundamentales del nuevo modo de ser. La juventud, la fuerza y la
originalidad a cualquier coste son otros de los principios futuristas.
En su intento de
renovación estética total, los futuristas emplean la provocación sistemática
e iconoclasta, cuyo fin será afirmar una novísima sensibilidad adecuada
a la naciente civilización de las máquinas. Esta civilización
mecanizada se percibe como una nueva musa, inspiradora de inéditas formas
de representación visual, musical y literaria: el perfecto instrumento
para superar la visión tradicional de la realidad. Así, se tratan temas
como la máquina, el avión, la energía eléctrica, el deporte..., con un
estilo que busca el dinamismo y la rapidez verbal, rompiendo en ocasiones
con la sintaxis.
Inicialmente el
futurismo fue un movimiento de inspiración anárquico-socialista. Sin
embargo, con la Gran Guerra sufre una involución en sentido reaccionario
y acabará siendo absorbido por la ideología fascista, con la que compartía
el culto a la guerra.
- DADAÍSMO.
Surge
en 1916 en Suiza, con Tristan Tzara (foto de la derecha) a la cabeza, como
reacción frente a la Primera Guerra Mundial. El
dadaísmo se opone a todo lo puro, a la belleza, a las leyes de la
lógica, al orden, y defiende la libertad desenfrenada del individuo, la
espontaneidad y la imperfección. Sus acciones siempre irán encaminadas a
la provocación y el escándalo.
El
nombre de dadaísmo fue elegido al azar, abriendo un diccionario
con un cuchillo: la primera palabra que encontraron fue la onomatopeya del
balbuceo infantil «da-da», y de ahí la denominación de esta
vanguardia.
El
dadaísmo es el movimiento de vanguardia más rebelde. Se levanta contra
la lógica, contra las convenciones estéticas y sociales y contra el
sentido común. Rechaza lo racional del ser humano. Propugna liberar la
fantasía, superar cualquier tipo de inhibición y recurrir a un lenguaje
incoherente.
- SURREALISMO.
El
surrealismo (término acuñado por Apollinaire en 1917) es tal vez la
revolución artística más importante del siglo XX, ya que no se presenta
sólo como un movimiento preocupado por la renovación estética, sino que
pretende ser una revolución integral que «transforme la vida», según
el lema de Rimbaud (changer la vie). Esta vanguardia nace en
Francia en 1924, cuando André Breton, inicialmente afín al movimiento
dadá, publica el Manifiesto surrealista, en el que se conjugan las
teorías de Freud y la doctrina marxista. Es lógico, pues, que tanto
Breton como otros seguidores del surrealismo francés pertenecieran al
Partido Comunista al menos durante algún tiempo.
Siguiendo
los escritos freudianos, el surrealismo postula la liberación de los
impulsos reprimidos en el inconsciente humano, es decir, el acceso a la
realidad más alta (la super-realidad), que no es la que vivimos
conscientemente, sino la que circula por nuestro subconsciente, la que se
ve en los sueños.
La
técnica literaria fundamental, entonces, será la escritura automática,
esto es, la que se realiza sin reflexión: escribir sin pensar, dejando
fluir los impulsos sin que intervenga la razón. Muchas veces los
escritores recurrirán al alcohol o las drogas para provocar alucinaciones
o delirios, experiencias extra-racionales.
Como
consecuencia, se propugna la total liberación del lenguaje. Deben
romperse las leyes lógicas que unen las palabras, dando lugar a
asociaciones insólitas, imágenes y metáforas desconcertantes. El
lenguaje no se dirige a nuestra razón, sino que pretende despertar en
nosotros sensaciones inconscientes. Según Breton, «el poema debe ser una
derrota del intelecto».
MARINA CASADO VALLEJO Y CRISTINA CÁMARA GARCÍA
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